Sería difícil, suponemos, poner el punto y final a tres semanas de trabajo, a muchas horas de pensar y repensar actividades, de coordinar a las personas implicadas, de dialogar con los colectivos del barrio y plantear nuevas opciones de colaboración. Por eso, el hecho de que todas las actividades de la jornada acabaran reuniéndose en torno al mural interactivo y el soporte que mantenía atados los globos de helio, ayudó a generar la expectación necesaria entre adultos y niños.
Todos habíamos visto cómo se inflaban pacientemente los globos, uno a uno, para crear ese techo imitando la forma de un olivo; cómo se les enlazaba el mensaje de cada persona o colectivo junto con las semillas de los Jardines de La Oliva; cómo se agrupaban y se ataban, con ayuda de una escalera, a la parte superior de la estructura del escrache; cómo algunos –inevitablemente– ya andaban sueltos por el cielo o en las manos (o pies, ya explotados) de algún crío. Había sido un trabajo colectivo, un esfuerzo al que todos los vecinos se habían entregado, y ahora tocaba dar un cierre a la altura de esa labor.
Para ello, en primer lugar y con la caída del sol, se iluminó la estructura del mural –ya finalizado– desde dentro. Era la culminación de ese singular árbol navideño, que podía recordar al árbol del amor blanco del paseo botánico: una instalación luminosa como símbolo del alumbrado colectivo. De nuevo, se trataba de convertir el barrio y a sus habitantes en el foco de atención, destacando la importancia de las personas y las agrupaciones de La Oliva en el desarrollo sociocultural de esta barriada. Entre ellas se hallan la Rama Flamenca y el Coro Rociero de la Asociación Familiar La Oliva, que con sendas actuaciones frente al árbol lo adornaron con sus voces y crearon el ambiente propicio para el fin de fiesta.
La suelta de globos, como el resto de la jornada, fue participativa y tuvo un gran protagonismo de los niños, ilusionados ante la idea de hacerlos volar. Pero no eran los únicos con ganas de que llegara ese momento: con fondo musical de la película Up y el cielo oscuro como telón, los mayores nos quedábamos con la boca abierta viendo cómo ascendían los globos blancos tras ser liberados y se desplazaban lentamente por el aire, con rumbo aún por definir. Sólo quedaba esperar que los mensajes de los vecinos de La Oliva y las semillas llegaran a sus destinatarios e hicieran crecer la esperanza y, de paso, nuevos ejemplares de unos árboles tan especiales. Aunque el mensaje, en realidad, ya había sido entregado a lo largo de toda la jornada: era el de que la unión hace la fiesta.
Fdo. JWSVQ